Dichosos sean los ojos que pueden
apreciar las ondas de tus cabellos,
dichosos sean, sin duda, aquellos
que a la dulzura de tu llama accedan.
Dichosos los labios que se enredan
junto a los tuyos, que son los más bellos,
dichosas yemas que besen tu cuello
y que a la gélida piel consuelan.
Tristes mis ojos al haberte perdido,
fríos los brazos que no te han abrazado,
cenizas, sentimientos ardidos.
Más dolor a mi corazón has dado
y si gris desdicha para mí has sido
no diré, pues, que he amado en vano.
Violeta Vidal Luna 1º BACH C
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